Escritos publicados en la revista Libros y Letras

Friday, April 06, 2007

Los ciclos infernales de Ernesto Sabato

Por Juan Camilo Rincón.

El infierno interno, aquel que guarda el corazón de un hombre es el castigo que representa Ernesto Sabato en sus novelas. El tormento del amor infiel que llevó a Juan Pablo Castel a asesinar a María Iribarne es la primera pieza de un conjunto de acontecimientos que fueron narrados en tres textos hermosamente perturbadores. La génesis de esta trama nace en 1948 con la novela El túnel, tomando fuerza en Sobre Héroes y tumbas en 1961 y llegaría a su fin trece años después con Abaddón el exterminador.

La pesadilla que sufrió el pintor Juan Pablo Castel a causa de este amor destructivo que genera María, tiene espacios llenos de una lógica mística que serán confirmados en el segundo texto. En el capitulo treinta y ocho de El túnel, el protagonista decide enfrentar al esposo ciego de su amante y contarle la verdad y justificar sus actos. Allende reacciona de una forma que sorprende al lector y abre una puerta a los hechos que rodearan los asesinatos de Alejandra Vidal Olmos y su padre Fernando Vidal.

“-¡Sí! Grité- . ¡Yo lo engañaba a usted y ella nos engañaba a todos! ¡Pero ahora ya no podrá engañar a nadie! ¿Comprende? ¡A nadie! ¡A nadie!

-¡Insensato! –aulló el ciego con una voz de fiera y corrió hacia mí con unas manos que parecían garras”.

El esposo solo fue capaz de gritar insensato y luego decidió suicidarse, dejando a Juan Pablo Castel con la duda de las verdaderas intenciones de Allende. En el segundo libro se entrevé la trama verdadera, que todo el tormento interno que sufren los personajes de Ernesto Sabato son causados por un grupo secreto que controla el mundo: La secta de los ciegos. Sobre héroes y tumbas cuenta la historia de un amor caótico entre Martín del Castillo y Alejandra Vidal Olmos, que llega a su fin por el deceso de ella.

Según se nos dice en una nota en la primera pagina del libro, Alejandra mata a su padre con un revolver, y luego prende fuego al cuarto donde están, quemándose ella adentro. Leyendo el libro y entrando a conocer a Alejandra nos damos cuenta de lo inverosímil que es esta hipótesis. En realidad nunca se sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurre en ese cuarto, pero el texto no se preocupa ni por desmentir ni por afirmar lo dicho en la nota introductoria. Una posibilidad es que la secta haya tenido algo que ver en el suceso. Esto lo intuimos de la tercera parte de Sobre héroes y tumbas, el llamado Informe sobre ciegos, donde Fernando Vidal recopila las investigaciones acerca de la secta. Ahí vemos cómo la hermandad termina por perseguir a Fernando, por jugar con él, por hacerlo perder la cordura en más de una ocasión. La secta esta al tanto de sus movimientos, y él esta conciente de esto. Tanto que al final de su Informe, escribe:

“También sé que mi tiempo es limitado y que mi muerte me espera. Y cosa singular y para mí mismo incomprensible, que esa muerte me espera en cierto modo por mi propia voluntad, porque nadie vendrá a buscarme hasta aquí y seré yo mismo quien vaya, quien deba ir, hasta el lugar donde tendrá que cumplirse el vaticinio. La astucia, el deseo de vivir, la desesperación me han hecho imaginar mil fugas, mil formas de escapar a la fatalidad. Pero ¿cómo nadie puede escapar a su propia fatalidad?”

Luego de un par de líneas, cierra el informe con un profético “Voy hacia allá. Sé que ella estará esperándome”. Se refiere al encuentro fatídico con Alejandra, pero sus palabras anteriores probablemente ayuden al lector a entrever que el personaje tenía la conciencia de a donde se dirigía y resignado aceptaba la muerte. Pero, ¿de donde intuimos que esta muerte será en manos de la secta? Unas líneas antes de las citadas vemos lo que Fernando escribe acerca de la “pesadilla” que ha vivido desde que desarrolla su investigación sobre la hermandad:

“Una pesadilla que sé ha de terminar con mi muerte, porque recuerdo el porvenir de sangre y fuego que me fue dado contemplar en aquella furiosa magia. Cosa singular: nadie parece ahora perseguirme. Terminó la pesadilla (…)”

Palabras hermosas, escritas según la nota introductoria por “un paranoico”. Pero este paranoico no estaba tan lejos de la realidad, ya que a fin de cuentas se cumplió lo que había vaticinado. La pesadilla terminó, ahora debía morir.

Sin embargo, la conspiración de los ciegos no solo afecta a los personajes de Sobre héroes y tumbas, sino también a Juan Pablo Castel. En el capitulo veinticinco del Informe nos ilumina acerca del asesinato de María Iribarne.

“Pensaba, recordaba. Sobre todo venganzas de la Secta. Y volví entonces a analizar el caso Castel, caso que no sólo fue muy notorio por la gente implicada sino por la crónica que desde el manicomio hizo llegar el asesino a una editorial. Me interesó poderosamente por dos motivos: había conocido a María Iribarne y sabía que su marido era ciego. Es fácil imaginar el interés que tuve en conocer a Castel, pero también es fácil presumir el temor que me impidió hacerlo, pues equivalía a meterse en la boca del lobo. ¿Qué otro recurso me quedaba que el de leer, el de estudiar minuciosamente su crónica? "Siempre tuve prevención por los ciegos", confiesa. Cuando por primera vez leí aquel documento, literalmente me asusté, pues hablaba de la piel fría, de las manos acuosas y de otras características de la raza que yo también había observado y que me obsesionaban, como la tendencia a vivir en cuevas o lugares oscuros. Hasta el título de la crónica me estremeció, por lo significativo: "El túnel".

Fernando Vidal entreveía que el crimen de Castel había sido un resultado de la venganza de la secta, como sería su muerte y la de su hija. Una ficha clave fue el esposo ciego, Allende, quien obliga a Maria Iribarne a enamorar al pintor. Eso sería para Fernando, la explicación de la actitud del marido que no le molesta la presencia de Juan Pablo Castel durante sus visitas a la casa. Pero existe un hecho que genera escozor y es explicado en el Informe: el suicidio de allende.

“1. La muerte de María estaba decidida, como forma de condenar al encierro a Castel, pero era un plan ignorado por Allende, que realmente quería y necesitaba a su mujer. De ahí la palabra "insensato" y la desesperación de ese hombre en la escena final.

2. La muerte de María estaba decidida y Allende conocía esa decisión. Aquí se abren dos subposibilidades:
A. Era aceptada con resignación, porque quería a su mujer pero debía pagar alguna culpa anterior a su ceguera, culpa que ignoramos y que parcialmente ya había pagado al ser enceguecido por la Secta.
B. Era recibida con satisfacción por Allende, que no sólo no quería a su mujer sino que la odiaba y esperaba así vengarse de sus numerosos engaños. ¿Cómo conciliar esta variante con la desesperación final de Allende? Muy sencillo: teatro para la galería, e incluso teatro impuesto por la Secta para borrar los rastros de la retorcida venganza”.

De este fatídico destino solo sobrevive Martín del Castillo. El joven Martín, a causa de la perdida de la mujer que amaba, se va de la cuidad y regresa en Abaddón el exterminador ya convertido en un ser lejano de los delirios. Esta última novela es narrada por Ernesto Sabato como personaje, caminando alrededor de aquellos seres atormentados por el mal, aquel que ya había tomado el mundo. En este texto el escritor decide reflexionar sobre los motivos que rodean los infiernos internos desde una perspectiva muy real, desde aquel Sabato que reconoce que la lucha entre el bien y el mal esta perdida. A pesar de su visión apocalíptica del mundo, nos regala un regreso a la relación Martín y Alejandra en 1955. Y le da la posibilidad a esta muchacha atormentada de (después de dos libros) decirle a él que en realidad lo amaba y poder despedirse. Los suplicios de los personajes de Sabato están envestidos de belleza, aquella que rodea a lo mártires, gracias a su sufrimiento por aquel mal indestructible. El infierno de Alejandra estaba escrito desde muy pequeña, como el de cada uno, ya que los ciegos, o las dictaduras, o los torturadores son las caras de lo maligno que necesitamos para saber contra quien peleamos; para saber quien nos ha derrotado.